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TEORÍA DEL CAOS |
22 de Febrero, 2010
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Teoría del caos |
Ilustración de Rubén Pergament
La tribu trinaba de bronca, la bronca trinaba en la tribu, y la tribu y la bronca se unieron y fueron a la guerra con los de al lado. Primero, cargaron un misil en el arcabuz del odio; luego, encendieron la mecha con la llama de la venganza. La saeta cruzó los aires rancios de la soberbia, el tufo sutil de la intemperancia, la ínfula de la infamia, y cruzó por sobre los eucaliptos más altos que los separaban de sus arteros enemigos. Mantuvieron el silencio, y el silencio siguió callado: ninguna detonación, ningún resplandor, ni siquiera un tris que quebrase la placidez de la tarde. La tribu entera bramó de bronca; y el bramido, la bronca y la tribu cargaron nuevamente el arcabuz de la miseria con otro misil ciento diecisiete veces más grande que el primero. Para encender la membruda mecha, hicieron una pira con el fuego de la indiferencia y el bólido partió hacia el otro lado dejando en la aldea varios cuerpos consumidos. El bramido, la bronca y el resto de la tribu cubrieron sus orejas a la espera de la atronadora estridencia del estruendo. Pero nada pasó, y la tribu se llenó de preguntas. Otra vez, cargaron el arcabuz de la desdicha con un misil tres mil trescientas cuarenta y tres veces más poderoso que el primero, y encendieron la mecha de la ignorancia con una fogata que terminó por achicharrarles las chozas, por quemarles las granjas y carbonizarles los sueños. Quizá el rencor o el peso del misil impidió que saliera de la rampa, y estalló en medio de la gente. |
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publicado por
perlateo a las 15:06 · Sin comentarios
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En imagen |
Tapa del libro: Mónica Caputo. Ilustraciones interiores de Rubén Pergament |
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Al margen |
Anotaciones por Alicia Digón y Héctor Faga |
Ricardo Rubio roza el rimmel, el rictus de las palabras y se filtra en los intersticios del lenguaje para domar al músculo de esa realidad que se torna otra. Alucinada, fatal, a veces introduce una estética extraña, procaz y provocativa. Ese juego de rarezas cotidianas que da vuelta como un guante a aquella minificción que da la espalda a la fantasía atrevida. Diríase que estas minificciones recortan al hombre post moderno, urbano, líquido, y ahí, en ese espacio, RR se vuelve insolente, rescata historias del pozo de los infiernos, allí, donde se cocina la verdadera literatura. RR, insisto, le saca fotocopias (cien) al ombligo de una mujer, mientras su jefe se pierde en la espesura de su cuerpo. Quien lo acompaña, es decir: quien lo ilustra, también juega al dominó con el diablo, y -como diría Ike Blaisten- sus dibujos, aparentemente inocentes, "tocan el violín en la panza de la luna". (Alicia Digón)
...del amor, la ira, la tristeza, la duda, la lujuria o la ambición, no excluyen la crítica, la ambigüedad y la fantasía. Bajo una apariencia coloquial, Ricardo nos muestra un exquisito manejo del lenguaje. Qué, si no, puede decirse de expresiones tales como “los feroces fusiles aullaban con su tos de chispa y desenfreno”, “mujeres con cuerpo atomatado y cara imprecisa de relojes”, o finalmente, “tajando en dos el pasado como una gacela muda”, preciosas imágenes exteriores a ser recreadas y desmenuzadas en la soledad de nuestro interior... (Héctor Faga) |
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