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PREMIO CONSUELO |
06 de Septiembre, 2009
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Premio consuelo |
Después del último trago, encendí un cigarrillo. Sólo tenía unas monedas y llevaba tres días de ayuno. Ella se había ido como un pájaro que parte hacia alguna parte tajando en dos el pasado, como una gacela muda atraída por el agua sucia de los turbios atanores de la noche. Se llevó la llave y los últimos pesos de la caja. Dejó una zanja en la tristeza y una soledad húmeda repartida entre los rancios muebles de mi oficina. Ningún caso este mes, y el casero me acosaba con la renta. Con su corazón ambidiestro se alejó de mis sueños con tos, de mis escaleras con tacos, de mi pésima suerte. Me vertí en el vértigo de imaginarla volver con las orillas untuosas de un río de aceite, con los bordes jugosos de una fruta inefable, con sus filos de azúcar, con la piel lanosa de sus mentiras. Pero no regresaría; gozaba ahora del buen trato de un otario que le daba los gustos, que le cubría los gastos, que le aguantaba los vicios. Lo cierto es que yo ansiaba sus orillas nutridas, sus medias de seda, sus eclipses de popa y sus tensos breteles. Encontré dos balas viejas para el treinta y ocho que dormía desde el noventa. Miré el caño y busqué un motivo para no tragarme un disparo. Más tarde, indagué la calle, investigué la finca y confirmé la hembra. Tramé una vana excusa para perdonar al perro y al otario; dos retumbos secos quebraron la noche. Después del ajuste, entré a la pieza con un vacío vacilante. Ella vibraba como una víbora, temblaba como un tiento, gimoteaba como una gata frente al humo blanco del caño de la intemperancia. Me vio, cerró los ojos y abrió las ramas. Tramé tomarme el tiempo para su tributo tórrido y tenaz. Su piel de arcilla me cubrió con el abanico negro de los murciélagos, con el sudor cetrino del veneno de un cangrejo, con el fuego rojo de sus labios de averno. Luego, se fue otra vez dejándome los muertos y el recuerdo de su espalda. Ahora, cuando la busco, aparece de la nada, me mastica lentamente, me devora en silencio, me rumia, me fatiga, paga la renta y se va detrás de sus quimeras como el viento infinito en el corredor de una flauta. Y yo ya sin balas.
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publicado por
perlateo a las 22:01 · 4 Comentarios
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Comentarios (4) ·
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Comentario de : rodriguez, del barrio Sur [ Visitante ] ta bueno, este ha perdido un poco el aire de bajo, perfumado por una parla mas finoli. De los cuatro es el que menos me ha gustado, pero esta bueno, repito. De los cuatro policiales me quedo con el primero, el del policia corrupto y metido en el ambiente. Un abrazo y la seguiré otro día Senén 10/07/2008 @ 19:04:28
Comentario de : Marita RAgozza [ Visitante ] Con reminiscencia a tango la historia tiene su embeleso, especialmente por sus imágenes poéticas. Me encantó. 30/04/2008 @ 23:16:00
Comentario de : Kendall Maison [ Visitante ] Este escrito refleja lo cotidiano en el sentir de cada uno de nosotros que podemos sentirnos identificados con quien lo narra. La vida como un espejo en este escrito nos devuelve el reflejo. 18/03/2008 @ 09:12:45
Comentario de : ricardo arregui gnatiuk [ Miembro ] Me parecen buenos los cuentos que he leído. Tienen la ruda dureza de la vida que transcurre no tan a las orillas de nuestras propias vidas. Quiero decir: Nadie está excento de nada ni a salvo de eventos que no desea. Es cruel. Pero es real 10/01/2008 @ 20:48:35
Me agradan tus cuentos, reflejan la realidad de la vida. He leído muy buenas descripciones en ellos.
Muchas gracias a Rodríguez del barrio sur, a Marita Ragozza, a Kendall Maison, a Ricardo Arregui Gnatiuk y a Griselda por sus atentas y gratificantes palabras. Estos comentarios fueron realizados en el blog anterior y transladados aquí durante la "mudanza" (por ahora copia). Muchas Gracias.
Cars and houses are quite expensive and not every person is able to buy it. Nevertheless, loan was invented to help people in such kind of cases.
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En imagen |
Tapa del libro: Mónica Caputo. Ilustraciones interiores de Rubén Pergament |
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Al margen |
Anotaciones por Alicia Digón y Héctor Faga |
Ricardo Rubio roza el rimmel, el rictus de las palabras y se filtra en los intersticios del lenguaje para domar al músculo de esa realidad que se torna otra. Alucinada, fatal, a veces introduce una estética extraña, procaz y provocativa. Ese juego de rarezas cotidianas que da vuelta como un guante a aquella minificción que da la espalda a la fantasía atrevida. Diríase que estas minificciones recortan al hombre post moderno, urbano, líquido, y ahí, en ese espacio, RR se vuelve insolente, rescata historias del pozo de los infiernos, allí, donde se cocina la verdadera literatura. RR, insisto, le saca fotocopias (cien) al ombligo de una mujer, mientras su jefe se pierde en la espesura de su cuerpo. Quien lo acompaña, es decir: quien lo ilustra, también juega al dominó con el diablo, y -como diría Ike Blaisten- sus dibujos, aparentemente inocentes, "tocan el violín en la panza de la luna". (Alicia Digón)
...del amor, la ira, la tristeza, la duda, la lujuria o la ambición, no excluyen la crítica, la ambigüedad y la fantasía. Bajo una apariencia coloquial, Ricardo nos muestra un exquisito manejo del lenguaje. Qué, si no, puede decirse de expresiones tales como “los feroces fusiles aullaban con su tos de chispa y desenfreno”, “mujeres con cuerpo atomatado y cara imprecisa de relojes”, o finalmente, “tajando en dos el pasado como una gacela muda”, preciosas imágenes exteriores a ser recreadas y desmenuzadas en la soledad de nuestro interior... (Héctor Faga) |
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